miércoles, 14 de octubre de 2009

Historias mínimas parte 0

Pasó enfrente, como esas casuales causalidades de la vida. Como esas tontas cosas que hacemos sin querer queriendo. Era la hora, era el minuto, casi el segundo preciso en donde lo que tenía que suceder sucedió. Y así..., cómo casi sin darse cuenta se encontró con el destino. Más bien con lo que el destino, muy hábilmente había colocado ante sus ojos.

No fue al azar la elección de la hora, de la ruta, ni siquiera la dirección de la mirada. Pero en el fondo, y ni siquiera tan en el fondo esperaba ver algo.

Un poco de morbo, mezclado con algo de resignación, vértigo y mazoquismo. Si... todo eso y un poco de sal produjeron el temible desenlace. El esperado y a la vez temido final de una historia que fue, pero que de algún modo seguía siendo.

No es casualidad, no es causalidad... llego a la conclusión de que es morbo... simplemente morbo del bueno.

No hubo premonisiones, ni avisos, ni crónicas de una muerte anunciada. Sólo una simple imagen que quedará por siempre... o al menos por un tiempo guardada en su memoria. Quizás hasta que otro vaquero venga a molestar por esas tierras, podría bien ser un médico!

Y allí, sin más preámbulo que una cebra por venir y los entusiastas militantes de los partidos de moda lo vio.

Su ex salia de su ex casa, con la camisa que antaño ella le había ex planchado, con los lentes que en un momento le había ex propiado... de la mano con la única cosa nueva que el panorama ofrecía. Su nueva novia.

Ella entonces resipiró.

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