martes, 26 de enero de 2010

Degustación, mál necesario de la postmodernidad

Estamos, probamos, chequeamos, compartimos y desechamos. Ese es el circuito de la postmodernidad con sus infinitas posibilidades.

Riesgos para algunos, dicha para otros es lo que genera esta suerte de degustación humana a la que nos sometemos y a la que tb sometemos al otro.

No estamos listos, pedimos y damos tiempos, nada conforma nuestras expectativas. La imaginación ha superado la realidad y hemos perdido la capacidad de asombro.

La meta es en sí misma la búsqueda. Somos en este mundo eternos buscadores de la búsqueda.

Como en el infierno de Dante, en el mundo de los indiferentes, corremos detrás de banderas blancas que nada nos simbolizan más que la diversidad de opciones, la cual nos obnubila.

Sin objetivo no hay meta, sin dolor no conoceríamos el placer.

Me declaro anti postmoderna, quiero vivir por y para un objetivo, no quiero ser vela que arrastra el viento o las modas. Quiero ser yo, en un mundo de iguales. Quiero vivir bajo mis propias reglas, y que ellas me acompañen la jornada entera.

No quiero seguir banderas blancas, las quiero de colores y purpurina llenas de vida y significado. No quiero santos para rezar, ni velas para ofrendar, ni cuerpos a los que recurrir por necesidad.

Quizás peque de busca en algún punto. Pero si sé bien lo que busco, si sé bien lo que quiero.

La degustación para la góndola del supermercado.









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